Nunca nadie ha dilatado tanto un momento, ha expandido un punto, ha hilado palabras, ha jugado con las interpretaciones del lector tan inteligente y elegantemente como Julio Cortázar.
Y doce pisos.
Malas lenguas:
Su cuento No se culpe a nadie, es una autentico agobio y una autentica genialidad al mismo tiempo. Y doce pisos.
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